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Algunos relatos de Alex Tornasol
(demasiado antiguo para responder)
Domenec
2006-02-09 07:52:01 UTC
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Alex Tornasol (mi amigo)

Los Marcianos
Por Mateo

Esos somos nosotros, ¿por qué? ¿Acaso llevamos el pelo verde? ¡No!
¿Tenemos ojos en la frente? Tampoco
¿Seis piernas?, ¿Comemos renacuajos?
¡Que no, que no! Que es mucho peor, ¡Nos gustan las motos!
¡Ahh! bueno, que es eso.
"No te preocupes Mari Conchi, son cosas de la edad. A mi Luisito
también le gustaban y ahora fíjate, está acabando la carrera y
ahorra para un Golf GTI."
"Uff, no sabes como me tranquilizas. Espero que se le pase pronto.
Imagínate. El otro día le dijo a su padre que este verano, en vez de
venirse a Fuengirola, se quiere marchar en "amoto" a una "fraygüels".
Que yo no sé qué es, pero seguro que lo mejor que puede coger allí,
es una enfermedad."

Pero ¿y si no se nos ha pasado? ¿y si después de dejar la edad del
pavo insistimos? ¿Y si nos negamos a vender la moto para comprar un
cuatro latas, aunque aquí llueva casi siempre? Pues nada, resignación
y oídos sordos. Porque al fin y al cabo, lo de las "viejas" no es lo
peor. Después de todo, no han visto más gente en moto que a los malos
de las películas.
Más cabrea lo del curro. Llegas después de un fin de semana normal,
(una resaca del tamaño de la Meca, el culo "pelao" de hacer
kilómetros, y algún restillo de grasa en las uñas), ¿y qué te
encuentras? Quince encorbatados enfrascados en la conversación más
interesante del mundo:
"Ese Michel no vale un duro, y además el arbitro estaba comprado"
"Pues lo del Depor es peor"
Menos mal que después del café, el tema cambia y empiezan a hablar de
lo que han hecho el fin de semana:
"Pues yo vi el partido en el bar del Frasco"
"Pues yo en el Boquerón de Plata y después, a casa de mi cuñado a
cenar"
"Tu si que sabes vivir".
Insoportable ¡¡Cualquier día de estos me encuentran en el servicio
estrangulado con papel higiénico!!
Por lo menos hay alguno que de vez en cuando me escucha. Y ¡pobre de
mi!, porque se me ocurre comentarle que durante el weekend me he pegado
1.800 kilómetros para ir a una concentración
"Mira chaval, eso, o es mentira, o es que estas más pirao de lo que
parece. Desde luego, pocas cosas pasan. Luego dices que te has quedado
sin pelas el día 15, no me extraña. Con lo que llevas gastado en la
moto ya podías haber comprado un sofá nuevo para tu casa, que tienes
menos muebles que la choza de Tarzán. ¿Y allí que hacéis?
emborracharos y hacer caballitos, ¿verdad?"
Y luego viene tu vecino y tu tío y el párroco del barrio.
Y yo me pregunto: ¿de verdad somos tan raros? pues no lo sé. Además,
¿quién quiere ser como ellos? De todas formas, me siento mucho mejor
cuando salgo a la carretera y me cruzo con otro marciano, cuando llego
a una concentración y me siento a hablar con alguien que hace cinco
minutos no conocía de nada y después de haber repostado juntos nos
hemos hecho compadres, simplemente por haber compartido unos cuantos
kilómetros. Me siento mucho mejor cuando abro mi revista y leo una
carta de un argentino que tiene el mismo problema que yo con el kit de
potenciación, o veo la maquina de un belga al que también se le ha
ocurrido poner un sisi bar con forma de hacha.
No podemos ser tan raros, somos demasiados. Y si lo somos, mejor. A ver
si es verdad que nos juntamos tantos que esto parezca Marte. A ver si
conseguimos hacerles ver que cuando dicen "Mira, ahí va ese, el de las
motos" sólo consiguen que nos sintamos orgullosos. Me da igual que nos
consideren una secta, o una tribu urbana o un grupo de gamberros
motorizados e inmaduros. Probablemente a ellos los coman los gusanos
antes de saber lo que se siente recorriendo el mundo a lomos de un
sueño.

LOS MOTEROS UNIDOS DE EUROPA
Por Alex Tornasol

Todos hemos escuchado alguna vez esta bonita historia que afirma que en
la gran familia motorista no hay fronteras. Y casi es cierto.
¡Cuántas veces, con la moto inmovilizada por una avería, han sido
unos vikingos motorizados de la lejana Europa quienes nos han prestado
auxilio! Pero me veo en la obligación de haceros notar que cada país
europeo ha formado un tipo diferente de motorista, del mismo modo que
ha creado una cocina típica, un himno nacional o un traje regional. A
lo largo de mis muchos kilómetros de carretera he realizado una serie
de observaciones que se podrían reunir bajo el epígrafe: Nacionalidad
y Mototurismo. Aquí tienes unos pequeños apuntes.
El motorista inglés: Es un lobo solitario. Bueno, o es un solitario o
no tiene amigos. Siempre viaja solo. Nunca detiene su motocicleta,
jamás habla con nadie. Come en silencio y a veces ni come. Lleva poco
dinero y piensa estirarlo hasta Andalucía y a su regreso. Su moto es
indescriptible. En el depósito lleva el anagrama de Triumph pero el
carenado se lo ha hecho un amigo, en el motor pone Kawasaki DOHC y el
chasis es de una Suzuki. Ni él mismo sabe qué moto lleva. No le
interesan las mujeres españolas, ni el vino español ni ¿entonces,
por qué viene? Viene porque ha sido un largo y duro invierno de lluvia
permanente, niebla y frío. Viene porque ha sido un año entero con la
moto siempre húmeda, el cuerpo destemplado y las botas mojadas. Ahora,
el británico sólo quiere disfrutar de su moto corriendo por
carreteras secas, siempre a pleno sol y con el horizonte despejado.
El motorista francés: No es uno, son dos. No es que quiera acusar de
nada raro a los motards franceses, pero podréis observar que siempre
van en pareja. Montan dos fabulosas e impecables motos de trail y lucen
una perfecta equipación. Van buscando carreteras terciarias y pistas
forestales. A cada instante se detienen en mitad del campo para ver el
paisaje en un arraque de lirismo. ¿Por qué viajan así nuestros
colegas galos? Porque vienen de un país en donde no existe el campo.
En Francia, cada metro de terreno al borde de la carretera, tiene una
valla, está cultivado y lo vigila un tipo con bigotes. No pueden
pasear sobre el verde, ni desfogarse con sus todoterrenos por
vericuetos campestres. Además, la Gendarmerie es un colectivo aún
más despiadado e incorruptible que nuestra Guardia Civil. Por todo
ello, para un francés nuestra tierra es el paraiso salvaje, la
libertad natural y el horizonte africano de Dakar.
El motorista holandés o alemán: Nunca es uno. Es una manada. Subidos
en sus japonesas réplicas de HarleyDavidson, son la mejor imitación
viviente de Atila y los hunos. ¿Por qué han venido? Han pegado el
palo en un garito poco recomendable de Amsterdam y, envueltos en
turbios asuntos, han decidido ahuecar unos días para despistar a la
Polizei. Sí, amigos, son motoristas fugitivos que buscan cerveza y
chicas turgentes para olvidar entre nosotros su oscuro pasado.
El motorista italiano: Ni es motorista, ni jamás se ha subido a una
moto. Es un pobre ligón de discoteca que, al advertir su escaso éxito
entre las nativas de su país, ha optado por alquilar una moto de gran
cilindrada. Deja su moto aparcada frente a una macro discoteca playera,
se sienta con su casco arrendado sobre la máquina y espera
pacientemente a que aparezca una chica deseosa de velocidad, riesgo y
emociones fuertes. Muchachitas, no os dejéis engañar.
El motorista portugués: Desgraciadamente no he podido alcanzar un
amplio conocimiento de este especimen. No sabemos porque extraña
razón, el motero portugués se obstina en adelantarnos rozándonos los
espejos retrovisores, para ir directo a estamparse en el árbol más
voluminoso o en la señal de curva peligrosa más visible. Unos dicen
que en su país se practica un estilo de conducción consistente en
hacer exactamente lo contrario a lo estipulado en el código de
circulación. Dicen que luego, cuando llegan a España, se siente
confusos y aturdidos al comprobar que se cumple la normativa vigente de
forma más habitual que en su país, de tal modo que pierden el sentido
del equilibrio tras unos cuantos kilómetros.
El motorista español: Es ese grupo de amigotes que ocupan las terrazas
de los bares entre cascos, monos de cuero, cerveza, risas y pinchos
variados. ¿Qué te voy a contar de él que tú no sepas? Soy yo, eres
tú.

Según el color del cristal

El ultimo "güiken" habia preparado una pequeña salida en moto con mi
chica y algunos amigos. Ya saves un paseo dominguero, un par de horitas
en moto sim prisa y disfrutando del buen tiempo. Una de esas cosas para
las que no necesitas preparar equipaje y que no tienen mayor
complicación...¿qué como me fue? Pues eso seria mas complicado de
explicar. De todas formas y para ser justo comenzare con una
presentación de los hechos.


Domingo, once de la mañana. Buen tiempo. Distancia: apenas 90 km.
Destino: fiesta organizada por unos buenos amigos. Carretera: nacional,
tranquila, buen asfalto, curvas enlazadas y buena visibilidad. Moto: en
buen estado, dentro de lo que cave.

Mi versión: Quedamos donde siempre y como siempre la gente llega una
hora y media tarde. Pero lo cierto es que no tenemos prisa, he
aprovechado para desayunar como un señor e incluso leer la prensa.
Cuando por fin conseguimos estar todos, nos ponemos en marcha. Apenas
si tememos un paseo por delante. Esquivo un par de semáforos, algun
furgón de reparto y rapidamente enlazo con una bonita y tranquila
carretera nacional. El sol me pega en la cara, un ligero viento de
costado hace que la moto se mueva un poco, pero nada preocupante. No
hay mucho trafico, cruzo un par de pueblos, adelanto un camion de
mudanzas y cuando estoy adelantando otro, ¡mosquis!, un follovolumen
que se me viene de frente, no hay problema la moto responde bien y
tengo tiempo de regresar a mi carril. La maquina va cojonuda y sus ya
viejas vibraciones me hacen saber que ella tambien se lo esta pasando
bien. Continuo rodando despacio a pesar de lo cual en mitad de una
curva me he tragado un bache en el que cabria un nissan patrol y que me
a desplazado medio metro, ¡pero que coño! Al fin y al cavo no a
pasado nada y ya estamos llegando. Localizar el lugar a sido facil.
Total, un un pequeño paseo agradable suficiente para matar el
gusanillo mientras no llegue un viaje de verdad. Paro la moto me quito
elcasco y ahora...
Ahora oiremos la versión de ella:
¿Pero tu estas loco? Primero me tienes dos joras esperando y luego
menudo viaje me has dado. Venia con ganas de morirme y ademas me duele
todo.
_Pero nena, si hemos venido despacito.
¡Despacito, despacito! Mira guapo, nada mas salir, te has tragado dos
semáforos y casi nos comemos un par de furgonetas. Luego la jodia
carreterita esta toda llena de curvas. El sol me venia cegando y el
vendaval casi nos tira de lado. Por si fuese poco no tienes bastante
con cruzar dos pueblos a toda hostia si no que encima te pones a
adelantar camiones. ¿O es que no hemos estado a punto de matarnos con
un monovolumen? Porque yo he visto en primer `plano los mocos del niño
rubito que iba sentado atrás. Desde luego que me traes hecha una
piltrafa. Traigo el culo molido de las jodidas bibraciones. Claro que
menos mal que se me quedo dormido hace media hora, porque de lo
contrario, con el ultimo bache me abria muerto, ¿O me vas a decir que
tampoco habia bache?¿Qué?¿Es que no lo has visto? Pues un poco mas
despacito se ven las cosas mejor... ... ...

¡Coño! ¿Y nosotros hemos venido en la misma moto? ¿No me habre
equivocado y estare hablando con la chica de otro? Que no ...,que
no..., que es la mia, si lo sabre yo. Pero ¿Cómo hostias se puede
tener dos versiones tan distintas de los mismos hechos? Supongo que
quiza tenga razon y he hecho un par de maniobras un poco bruscas.
Probablemente las bibraciones se noten mas en la parte trasera de la
moto o sencillamente ella este menos acostumbrada. ¡Pero coño! De
todas formas la cosa no pudo ser para tanto y lo que no termino de
comprender es comolo que para mi ha sido un agradable paseo, para ella
se a convertido en una autentica prueba de valor y resistencia.
Supopngo que la solucion de todo esto es que las cosas nunca son del
todo negras o completamente blancas. Que no todos lo indios eran malos,
ni todos los pistoleros eran buenos. Que sarna con gusto no pica. Que
nadie esta en posesion de la verdad absoluta y que al fin y al cabo las
cosas siempre son del color del cristal con que se miran. Pero de tadas
formas y confiando en que ella no lo lea "yo creo que esta tia se queja
mucho".

Alex Tornasol.


LA VERDAD ESTA AHI FUERA EN LA CARRETERA «SENSACIONES FUERTES»

"Me he comprado la 900 Racing Killer porque es una moto que con 150 CV,
te da una verdadera sensación de riesgo y velocidad". Cuando mi amigo
dijo esta estupidez comencé a reirme como un poseso. "Mira pardillo -
le dije - si de verdad quieres padecer sensaciones fuertes y sentir la
adrenalina llenándote la boca, lo te tienes que agenciar es una
clásica como la mía". El muy idiota no se creía que un robusto
cacharro como el mío pudiera crear al piloto más experiencias
excitantes que las que proporciona un paseo en burra. Desgraciadamente,
esta falsa impresión la tienen muchos motards que cabalgan a lomos de
sus modernas monturas. ¡Hay que sacarles de su error!
En la ya larga historia del motociclismo la búsqueda de emociones ha
sido una constante y hoy en día podemos distinguir dos tendencias
opuestas que pretenden lograr los mismos fines. Por una parte, están
los que buscan motos con motorizaciones cada vez más potentes,
velocidades mayores, suspensiones afinadísimas, materiales
ultraligeros y soluciones innovadoras. En el otro lado estamos los que
sabemos que no es necesario romper la barrera de los trescientos para
despeinarse. Somos amigos de las clásicas los que sabemos que con
cualquier potencia de motor se puede lograr excitación sólo con
aumentar el peso del conjunto, usar unos frenos incapaces, dejar el
reglaje de las suspensiones en manos de un tractorista, o simplemente
suprimir la suspensión y emplear una relación de marchas imposible.
Sólo en las clásicas se pueden encontrar motores de dos tiempos y
gran cilindrada con los que uno nunca sabe cuando va a brotar la
potencia. Sólo en las viejas glorias se encuentran frenos de efectos
retardados no aptos para tipos sensibles. Sólo en las motos de ayer
encuentra uno esos artefactos capaces de crearse su propia mancha de
aceite para mayor emoción. Pero estos secretos únicamente los
conocemos los escasos priviliegiados que poseemos una clásica. Yo
mismo tengo una y les invito a dar una vuelta.
Arrancamos y con un mínimo toquecillo de gas ya nos pega un brinco
sorprendente. Iniciamos el movimiento y poco a poco vamos ganando
velocidad y engranando marchas. Comenzamos a confiarnos cuando, al
pasar a cuarta, la relación no entra y durante unos cien metros
avanzamos hasta el camión que nos precede a cien por hora y en un
incontrolable punto muerto. Notamos una ligera presión en la garganta
-es el testículo izquierdo-. Por fin recuperamos el control y entonces
surge ante nosotros otra aventura. Es una curva a derechas algo
cerrada. Tocamos el freno. Nada sucede. Hacemos mayor la presión sobre
la maneta. La señal de curva peligrosa se hace cada vez más grande,
pero la moto ni se entera. Hundimos completamente el freno y notamos
cómo la mano casi sangra. Por fin la motocicleta disminuye de
velocidad y sorteamos el obstáculo con el único inconveniente de
habernos llevado por delante las ramas de unos matorrales. Es ahora
cuando nos damos cuenta de que la presión en la garganta ha crecido.
Es el adminículo derecho. Ya tenemos la parejita. Ahora ya viene lo
mejor. La carretera inicia un ligero descenso de curvas muy suaves
aptas para alcanzar el tope del velocímetro. Nos lanzamos a lograr las
máximas velocidades empapados en un sudor frío que empaña la visera
del casco. Abrimos gas a tope y los tubos de escape comienzan a soltar
un humo blanquecino que no hace presagiar nada bueno. No pasa nada. La
aguja del velocímetro pasa la rayita del 120, la del 130, la de 135 De
repente, todo vibra. Una tuerca del manillar sale despedida. La
velocidad nos provoca un cierto mareo y comezamos a ver doble.
¡Estamos alcanzando la velocidad de la luz! Desesperados buscamos el
tablero de indicadores el botón de "hiperespacio", pero los nervios
nos impiden localizarlo. En esto que notamos algo blando en el cuero
del pantalón. ¡Se ha producido un fallo de contención en el
esfínter trasero! Adivinamos la presencia de un bar junto a la
carretera. Nos detenemos y corremos al baño del establecimiento.
Cuando tras asearnos nos miramos en el espejo vemos que el pelo se ha
blanqueado y que hemos envejecido veinte años.
¿Puede alguien imaginar más vivas emociones que las que nos brinda un
paseo en clásica? Creo que no. Así que, ya lo sabes, amigo ávido de
experiencias intrépidas, ¡cómprate una clásica!

Por Alex Tornasol.

LA VERDAD ESTÁ AHÍ FUERA EN LA CARRETERA «PAPÁ, NO CORRAS»

Si los pusiéramos en fila, formarían la más magnífica cadena
humana. Si los amontonásemos, ocuparían el volumen de una montaña.
Si los quisiéramos sentar, no encontraríamos sitio ni reuniendo todos
los cines de España. Y si les preguntásemos la hora, nunca nos la
dirían, porque están muertos. Son los miles de señoras, señores y
niños que cada año mueren en nuestras carreteras dentro de un coche.
¡Y luego dicen que las motos son peligrosas!
De nada sirve que los de verde les abrasen a multas, que les persigan
con un alcoholímetro y que controlen sus desmadres con un radar. Para
poco valen las campañas publicitarias. A pesar de tantos esfuerzos
institucionales, cada día más y más personas se dejan el cerebro en
casa justo antes de montarse en el coche porque piensan que el coche es
seguro y que los que llevan las de perder son los macarras esos de las
motos: "Las que son peligrosas de verdad son las motos y los
imprudentes, los moteros, que van sin casco ¡no los que le pisan al
GTI!".
Hace años, en los cruces de los pueblos siempre se acumulaban los
nativos ociosos y los jubilados para ver pasar los coches por el morbo
de ver si tal vez se daban un buen golpe. Ahora ya, lo del porrazo
automovilístico se ha vuelto tan habitual que ni los pueblerinos se
entretienen mirando el tráfico, ni nadie gira la cabeza cuando se
escucha el castañazo. ¿Qué está sucediendo? ¿es que el choque de
autos se está convirtiendo en el deporte de moda? ¿es que nadie
piensa en detener esa juerga macabra? Y como siempre, la cuestión
fundamental es ¿quién tiene la culpa?
La culpa (yo estoy plenamente convencido) la tienen los fabricantes de
coches y los publicistas. Cuando un bronconeumónico se compra un
paquete de cigarrillos, lo primero que lee es un cartelito que le
advierte del pedazo cáncer que va a conseguir fumándose los
canutillos rellenos. Cuando un idiota adquiere un ventilador, se lo
encuentra recubierto de señales de atención con frases como "no
introducir los dedos en el espacio de la hélice cuando esté en
funcionamiento". Incluso cuando un niño se compra un coche de juguete,
al lado de la cajita de pilas puede leer "Ne pas toucher. Danger
electricity shock. No chupar" Sin embargo, cuando alguien se compra un
coche, nadie cuenta la más mínima advertencia del riesgo. Aún es
peor, el fabricante, lejos de preocuparse por la salud del ocupante,
sí tiene buen cuidado de que se preserve el buen estado del vehículo
y hasta publica un libro donde nos dice cuál es la gasolina que más
le gusta al coche, cada cuánto tiempo hay que cambiarle el aceite y
cada cuántos kilómetros debemos llevarle a visitar un taller
autorizado si no queremos que se nos enfade. Lo único que el conductor
encuentra en su automóvil son ánimos en forma de un optimista
velocímetro que augura sensaciones increíbles a más de doscientos
por hora y de un letrerito que nos anuncia la prodigiosa potencia de un
motor de inyección, con todo esto, ¿quién puede sospechar, arrullado
por la música de un equipo estereofónico, cómodo sillón ergonómico
y a la agradable temperatura que brinda un climatizador, que correr a
toda leche conlleva el peligro de estamparse en la primera curva?
Y lo peor de todo es la publicidad. El anuncio de cualquier coche es de
un optimismo atroz. Suena a una música clásica, alegre y feliz. Un
hombre que resulta elegante y atractivo, sube al auto que le espera
aparcado en la mitad de un paraje idílico. Arranca y sólo con mover
el volante, queda claro el confort y el lujo que le rodea. Entonces, el
guapo piloto acomoda ligeramente el retrovisor y ¡oh, sorpresa!,
descubre una turgente mujer sentada en el asiento trasero, vestida tan
solo con un ligero encaje, que le muestra una sonrisa que es una
invitación. Tras ver este anuncio, nadie puede reprobar la iniciativa
del pobre ingenuo que corre al concesionario a comprarse el coche antes
de que se acabe la promoción de las tías macizas para el asiento de
atrás.
Ahora imaginemos por un momento cómo se podrían hacer las cosas.
Suena una marcha fúnebre y en mitad de un cementerio aparece un
automóvil. Un hombre atemorizado se acerca sigiloso. Al abrir la
portezuela se puede leer un cartel que reza: "Peligro. No asomarse al
interior. Artefacto peligroso". Al sentarse al volante, vemos un devoto
escapulario y junto al anagrama de la marca, muy cerca del
velocímetro, hay un gracioso dibujito con una calavera y dos tibias.
El coche arranca y el ruido del motor se asemeja a las lúgrubes notas
de un órgano. El conductor echa un vistazo por el espejo retrovisor y
entonces la ve. Sentada atrás va la Muerte con su túnica negra, su
guadaña y un rostro del que sólo se pueden ver dos ojos rojos que
brillan en la oscuridad que brinda su capucha de fraile. Entonces suena
la música y una voz en off pronuncia el lema de la publicidad "Turbo
inyección 2000. Un coche que te llevará muy, muy, pero que muy lejos"

Por Alex Tornasol.
deabru
2006-02-10 19:16:36 UTC
Permalink
Post by Domenec
Mangados de
http://www.portalmotero.net/portalmotero2.0.7/modules/news/article.php?storyid=228

Muy buenos!!!!!!

vssss
--
deabru... bai deabrunaiz (ekiozuTEarrobadeabruELpuntoGcom fuera mayusculas!)
EChM#5040 (7!)
Kawasaki ZX6R'98 ninja (green power!)
vespa PX 200 E'89
vw golf GTI 110'89
faq del grupo en http://faq.moteros.net (leer si eres novato)
No a las patentes de software http://proinnova.hispalinux.es/
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